8 de marzo de 2017: Discurso de la Concejalía de Igualdad

8 de marzo de 2017

Buenos días, un cordial saludo de bienvenida a todas y todos los presentes.

Compañeras y compañeros de Corporación, invitadas especiales, autoridades, instituciones y organizaciones de la sociedad civil; personal del ayuntamiento, amigas y amigos, sed todos bienvenidos a este acto solemne. Un año más el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, no convoca y nos reúne en torno al concepto de igualdad. Fecha para celebrar logros y para recordar desafíos pendientes. Quizá algún día, más tarde que pronto, sean más las celebraciones que las reivindicaciones, mientras tanto seguiremos recordando que la igualdad es necesaria porque es, antes que nada, un derecho; porque es simiente de libertad, de justicia social, de democracia, de gobernabilidad, de bienestar y de ciudadanía.

El 8 de marzo es más que nunca el día para hablar, por ejemplo, de brecha salarial: ese fenómeno por el cual trabajamos lo mismo y cobramos menos. Esto no es sólo una estadística, es una realidad. Para hablar también, por ejemplo, de jornada laboral multiplicada por tres: ese fenómeno por el cual asumimos hasta tres jornadas de trabajo en un mismo día –afuera, adentro y en lo que yo llamo el espacio comunitario –las reuniones de colegio, los cuidados de nuestros mayores, las tareas escolares o las visitas médicas. Esto tampoco es una mera estadística. Es una realidad. También es el día para hablar de techos de cristal, redonda metáfora para comprender en una imagen las estadísticas y los análisis sociológicos sobre los éxitos de las mujeres. Los techos de cristal dejan entrever cielos inalcanzables para la gran mayoría de mujeres. La experiencia, el saber, el conocimiento y la preparación; la honestidad y la seriedad del trabajo bien hecho parecen no tener la fuerza suficiente para romper dicho techo tan sólido como invisible. La buena noticia es que el tesón, la perseverancia y la consciencia de derechos son a largo plazo fuertes como para resquebrajar más de uno de estos techos. Hoy aunque no lo parezca es también día para hablar de violencia y de inseguridad. Todos sabemos que existe un fuerte nexo entre igualdad y seguridad, entre desigualdad y violencia. Las sociedades que se construyen sobre la horizontalidad y no sobre la supremacía de poder registran índices poco significativos de violencia. Es nuestra obligación seguir recordando que la violencia contra las mujeres y las niñas, en cualquiera de sus manifestaciones, es la máxima expresión de la desigualdad.

Podría seguir haciendo referencia a las numerosas manifestaciones de la desigualdad. Podría hacerlo en un día como hoy, en el que por primera vez se convoca un paro internacional que de una parte a otra del mundo invita a las mujeres a dejar de hacer las tareas que hacen sin remuneración y sin reconocimiento. Sin embargo leeremos y escucharemos, hoy y en los días siguientes, reflexiones, análisis, artículos, opiniones, estadísticas y declaraciones sobre los derechos conquistados y los desafíos pendientes. Y muchos dirán “más de lo mismo” porque es 8 de marzo y toca. Toca, sí, por supuesto. Toca hoy, tocaba ayer, toca desde hace largo tiempo y seguirá tocando mientras no se conviertan en realidad. Los derechos y los desafíos. Mientras no se rompa el cristal que, como una cárcel, nos impide el vuelo; mientras las jornadas de trabajo sigan multiplicándose por 3 sin que la división entre 2 (o más) aparezca en la ecuación; mientras los salarios sigan siendo menores e insuficientes; mientras el mercado laboral nos expulse o nos engulla en las fauces de la precariedad, la inseguridad, la informalidad y la economía sumergida; mientras el trabajo doméstico y de cuidados siga sin ser contabilizado en los datos micro y macroeconómicos; mientras la violencia aceche silenciosa en las esquinas de calles poco iluminadas, en los pactos del tramposo amor romántico y en las publicidades engañosas de mujeres de imposibles cuerpos perfectos siempre listas y satisfechas al servicio de todos menos de ellas mismas. Mientras tanto seguiremos hablando porque toca y porque nos toca.

En la conquista de derechos para la igualdad y, sobre todo, para la autonomía de las mujeres hay, a mi juicio, tres ideas clave: construcción política, identidad ciudadana y empoderamiento.

La primera, la construcción política, no hace referencia ni a la ideología ni a la militancia. Hace referencia al proceso por el cual mujeres y hombres nos convertimos en sujetos políticos, es decir, en seres depositarios de derechos, de iguales derechos, algo que proclama la Constitución del 78 desde sus primeras palabras: Igualdad.

La segunda, la identidad ciudadana, no tiene que ver con el sentimiento de pertenencia geográfico o lingüístico. La identidad ciudadana se adquiere y se construye en el marco de sociedades democráticas en las que los sujetos políticos hacen valer sus derechos y exigen, no sólo su disfrute, sino también la justicia por su vulneración, la reparación y, cómo no, la garantía de no repetición. La ciudadanía construye ciudades, marcos de convivencia que pueden ser lo que dicha ciudadanía quiere que sean. No nos engañemos. No somos nosotros quienes construimos ciudad; somos gestores de la voluntad de sujetos políticos con identidad ciudadana, mujeres y hombres que en virtud de dicha consciencia de derechos reclaman una ciudad igualitaria para que, entre otras cosas, no tengamos que convocar ni un minuto más de silencio en la plaza del ayuntamiento ni en la plaza de la muntanyeta.

Tercera idea: empoderamiento. Menuda palabra. De tanto (mal) usarla está perdiendo brillo. Empoderamiento es un término ya viejo de la sociología anglosajona –empowerment- de larga tradición también en los movimientos populares latinoamericanos. De empoderamiento sabe mucho el campesinado, los movimientos populares de las grandes urbes, los movimientos indígenas, las y los defensores de derechos humanos y del medio ambiente. Para bien y para mal, los ejemplos son numerosos. A estas alturas ya hemos aprendido y comprendido cómo se teje la red de la desigualdad y cómo sus nudos asfixian a las mujeres en el mundo. El 2 de marzo de 2016 asesinaron a tiros a Berta Cáceres, hondureña, feminista, defensora de derechos humanos, defensora del medio ambiente, defensora de los recursos naturales de su país frente a las embestidas de intereses mineros y extractivistas. A veces, demasiadas, el empoderamientos nos sale caro a las mujeres.

Yo defiendo que usemos esta palabra con respeto, no como el comodín en el que parece haberse convertido, al que recurrimos en conversaciones y alegatos políticamente correctos.

Empoderamiento es, sencilla y llanamente, el proceso por el cual las mujeres adquirimos consciencia de quiénes somos y de lo que queremos ser; consciencia sobre nuestro proyecto de vida, sobre nuestros derechos y responsabilidades, sobre los obstáculos y sobre las diferentes maneras de sortearlos y trabajar para eliminarlos. Empoderamiento no es tener poder, es más bien adquirir poder interior para controlar la vida propia; es tomar decisiones, es participar si eso es lo que se quiere; es hablar y opinar, acordar y disentir, si eso es lo que se quiere; es conducir la propia existencia desde lo que cada una de nosotras somos, sin tener que morir en el intento, sin tener que poner tanta energía, sin tener que funcionar con relojes de 36 horas diarias, sin dobles, sin triples jornadas, sin maratones, sin agotamientos. Sólo con el devenir de la vida misma y cada una desde y con lo que ha elegido ser.

¿Somos libres para elegir? Dejo esta pregunta en el aire para regresar después a ella.

Hoy nos acompañan 25 mujeres con nombre y otros tantos nombres de mujeres. 25 mujeres cuyo nombre es un referente en la ciudad de Alicante y más allá de nuestros límites geográficos. El horizonte de nuestro mar ha hecho posible expandir su nombre lejos, lejos en el espacio, lejos en el tiempo, tal es el legado de sus logros y el valor de sus realizaciones. 25 mujeres con nombre que han roto cristales, techos, suelos, cuerdas de guitarra, pateras, prejuicios étnicos, probetas y microscopios, barreras arquitectónicas, abandonos, desolaciones, injusticias, falsas creencias e ignorancias comunes, falacias, costumbres pertinaces y estereotipos recurrentes. Los nombres y la trayectoria de estas 25 mujeres componen el universo Mediamemoria, un proyecto de la Concejalía de Igualdad que rescata del olvido y del silencio los logros de mujeres de nuestra ciudad, para que la memoria de lo que somos, de lo que fuimos y de lo que llegaremos a ser se complete y deje de ser una historia a medias.

Hoy son 25 y no todas han podido conciliar sus tiempos para estar aquí; por supuesto son muchas y muchas más cuya voz y presencia sacaremos a la luz dentro de este mágico universo de la memoria. Gracias a todas por haber aceptado la invitación a participar en el proyecto y a acompañarnos en este acto.

Gracias Lola Blasco, actriz y dramaturga, Premio Nacional de Literatura Dramática 2016. Conchita Molina, maestra, escritora de cuentos infantiles y de teatro, gracias por crear universos de igualdad y coeducación. Gracias María Blasco, Científica y Directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Gracias Cecilia Bartolomé, cineasta, precursora en el cine dirigido por mujeres; una de las dos primeras mujeres que salieron de la escuela de cine de Madrid. Gracias Berenice Guerri, Doctora en Biología y empresaria en lucha contra el picudo. Gracias Reme Perea y Mamen Serrano, por haber convertido la noche, a través de La Naya y del Clan Cabaret, en un lugar donde la música, la cultura y el encuentro social tenían un fin en sí mismo: hacernos mejores personas. Gracias Mª Dolores Peretó, farmacéutica e incasable líder del movimiento vecinal en defensa del casco antiguo de Alicante. Gracias Elvira Montes, actriz, educadora, cantante, payasa y activista social. Gracias Cita Reig, voz de tu madre Asunción Cruañes, y de sus luchas y conquistas políticas para las mujeres de este país. Gracias Inma Serrano, cantautora y compositora, gracias por tus cantos de sirena y mucho más. Gracias Cleo Pathfinder, Máster en neuropsicología y rapera, gracias por rompernos los esquemas. Gracias María Elia Gutiérrez, arquitecta, gracias por mostrar y demostrar que la arquitectura y el urbanismo también entienden de género. Nuria Oliver, ingeniera de telecomunicaciones, Doctora, Directora de investigación en Ciencias de Datos en Vodafone, gracias. Ana Pomares, escritora precoz, ganadora de premios literarios y 7 libros publicados en su haber, gracias. Adriana Rodríguez, por tu compromiso en la lucha por los derechos LGTBI y tu activa militancia en Diversitat, gracias. Mercedes Santiago, gracias por acompañarnos un año más; referente de mujeres gitanas y trabajadora incansable por la ruptura de prejuicios, estereotipos y mitos sobre el pueblo gitano. Cristina Vaello, ilustradora, creadora, artista, gracias por llevarnos a otros mundos.

Elena Simón, gracias, tu nombre tiene Nombre; gracias por tus enseñanzas y sabiduría sobre igualdad de derechos y pensamiento crítico feminista. Concha Collado, profesora de derecho, abogada, co-fundadora de espacios de pensamiento, análisis y movilización feminista. Gracias.

Marinadi Romero, maestra, activista de la justicia social y de los derechos humanos, gracias por tener una casa sin fronteras, por ser la excepción de la regla, por tu presencia inmensa en tu barrio, en nuestras plazas y en los cerros invadidos de los suburbios de Lima. Mercedes Vilar, Doña Mercedes, Cigarrera, memoria en mayúsculas de una parte de nuestra historia, legado con voz propia, gracias. Emilia Buitrago, ex directora de banca, presidenta de ADEMA –Asociación de Esclerosis Múltiple de Alicante, cien veces gracias; desde tu casa ahora y desde tu ordenador sigues dirigiendo los destinos de ADEMA, consuelo, esperanza, refugio y lucha de las personas afectadas por esclerosis múltiple en Alicante. Marieta Jover, atleta internacional, maestra, 4 veces campeona de España en salto. Gracias por saltar tan lejos. Ana Belén Castelló, Bellea del Foc 2016, estudiante de Magisterio, gracias por tus palabras sobre la representación de las mujeres en las fiestas.

Las 25 protagonistas de Mediamemoria nos han compartido su visión sobre el empoderamiento desde la perspectiva de su larga o corta trayectoria vital: seguridad en una misma, claridad de metas, claridad de ideas e intereses; libertad para decidir y elegir; poder para transformar, control sobre la propia vida, claridad de prioridades, llegar a ser lo que se quiere ser, sentirse capaz; creer en lo que eres y vales.

Lejos de la visión negativa o amenazante que todavía algunos albergan sobre el empoderamiento, encontramos un denominador común en todas las versiones de su significado: poder hacer, poder decir, poder decidir, en definitiva PODER SER mujeres sujetos de derechos, sujetos políticos y parte activa de la ciudadanía. Una de las protagonistas de Mediamemoria decía que el empoderamiento es el camino para el logro de la igualdad. Las trayectorias vitales y las historias propias determinan en parte el proceso de adquisición de poder interno. A nuestras protagonistas nadie les ha colocado alfombras rojas sobre las que andar sus caminos, aunque en cierta forma algunas de ellas reconocen ciertas facilidades que asocian a privilegios.

Hablemos ahora del empoderamiento como parte del camino hacia el logro de la igualdad. Vuelvo a la pregunta de antes ¿las mujeres, somos libres para elegir? Depende, unas sí, otras no, según donde estés y de quién te rodees. En algunos momentos de la vida seguimos negociando con nosotras mismas y haciendo reajustes a nuestra noción de empoderamiento, le llamemos así o no. Este largo camino hacia la igualdad, este proceso de adquisición de poder interior viene marcado por un hecho crucial –la identificación y el reconocimiento de los derechos humanos y la perspectiva de género aplicada a los mismos-. Esto que parece tan obvio en este salón es una realidad bien distinta en las innumerables vidas cotidianas de las calles y barrios de cualquier ciudad. ¿Es la libertad de elegir una opción para todas? No. ¿Debería serlo? Obviamente sí.

Hoy nos acompañan también otros tantos nombres de mujeres. Son las participantes en el proyecto de la Concejalía de Igualdad “Escuela Comunitaria de Derechos: Mujeres, empoderamiento y liderazgo”. Una experiencia para el empoderamiento personal y colectivo cuyos efectos ya comienzan a sentirse tras varios meses de andadura. Una experiencia simultánea en tres zonas distintas de la ciudad con mujeres comprometidas consigo mismas en la transformación de sus condiciones de vida interior y de su entorno. Son mujeres exitosas en economía doméstica, en cuidados familiares, en cestas de la compra, en preocupaciones diarias, en soledades diversas, en dolores de cabeza, de espalda y de alma. Llegaron a la escuela por caminos diversos buscando refugio, compañía, consuelo, salir de un túnel, de un agujero, de un abismo; buscando todo menos lo que han encontrado. El despertar del conocimiento en materia de derechos con perspectiva de género tiene un potencial extraordinario para la transformación de la desigualdad. Varios meses de estudio comunitario las están convirtiendo en mujeres exitosas en saberes de justicia y derechos con perspectiva de género, feminización de la pobreza, división sexual del trabajo, desigualdad, precariedad y violencias machistas. Saben del sufrimiento en primera persona y se comprometen con el de sus hermanas, vecinas y compañeras de grupo para no quedarse de brazos cruzados ni mirar hacia otro lado. Han comprendido el valor del empoderamiento colectivo y el poder de transformación que conlleva. Las mujeres de la Escuela Comunitaria de Derechos podemos ser cualquiera de nosotras. Hoy son ellas, las pioneras, las que se han atrevido a lanzarse a esta aventura de saber sobre algo que suena raro y que a veces hasta cuesta de pronunciar. Expertas en vivir sin aplausos ni reconocimientos, con nombres en minúsculas, hoy les doy las gracias por estar aquí y por haber aceptado ser las primeras “alumnas” de la escuela comunitaria de derechos; sobre todo por no tener miedo de SER para sumarse al logro de la igualdad.

Gracias Verónica, Nadia, Raquel, Cuqui, Reme, Raquel, Loli, Luisa Antonia, Nieves, Silvia, Celia, Vicentia, Mamen, Mª Carmen, Mocktaria e Isabel, de la Escuela de Florida-Babel. Gracias María, Pamela, Miglena, María, Reme, Sol, Pilar, Rosario, Cristina, Milagros, Mercedes, Patricia y Mª José, de la Escuela del Altozano. Gracias Ana María, Carolina, Thais, María, Pilar, Mª Luisa, Mar, Anabel, Fini, Gloria y Amaya, de la Escuela de la zona centro.

A todas las mujeres que hoy nos acompañan, gracias. Todas tenemos un nombre que hoy se escribe con mayúsculas. La ciudad que queremos y su historia la construimos entre todas y todos. Recordar es un acto de justicia con quienes nos precedieron y con quienes recogerán el legado de nuestra vida. Depende de nosotras, mujeres, y de vosotros, hombres, completar y restaurar la memoria individual y colectiva. Será un paso más en el largo camino hacia la igualdad, para el que ya no hay puntos de retorno.

Les invito ahora a ver un fragmento del proyecto Mediamemoria. Muchas gracias

 

8 de marzo de 2017

Discurso de la Concejala de Igualdad, Dª MªJosé Espuch Svoboda, leído integramente en el acto institucional del Salón Azul en el Ayuntamiento de Alicante